A veces uno siente que hizo algo mal. Puede que sea pequeño el error a los ojos de muchos, pero así y todo sigue sintiéndose mal. Son pocos los consuelos en esos momentos. Uno piensa que será difícil sanar la herida que pudo haber causado en el corazón de otra persona, y hasta a veces en el de uno mismo.
A uno le cuesta entender que el médico en esos casos es Papá Dios. No sabe que en Él no hay más que misericordia, y en abundancia extrema, infinita.
¿Qué tienes, Padre, que con un simple “me pesa” realizas una fiesta en el Cielo? ¿Qué tienes, por favor dímelo, que nos amas con cada impureza, con cada odio, rencor, indiferencia? ¿Algún día podré yo saberlo?
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Matías Néstor