jueves, 23 de octubre de 2008

La vida es simple



Simple. La vida es simple. Nada de rodeos… es muy simple. Tanto, que a veces la devaluamos. Tanto, que otras veces, para no caer en la tristeza del defraude, la disfrazamos de compleja. No nos engañemos. Somos nosotros quienes le damos una apariencia distinta. Tratamos de excusarnos con discursos incoherentes. No queremos reconocer lo que tenemos ante nuestros ojos: la mayor creación de Dios, su regocijo, su tesoro más preciado, el motivo de su alegría. Y no, no es eso por su aparente complejidad. No lo es por lo perfecto de su concepción. Ni siquiera lo es por su esencia misma. Lo es por ser así, simple. Si miráramos con ojos enamorados la sonrisa de un niño; si escucháramos con oídos silenciados los latidos de un corazón iluminado; si palpáramos la ternura de la caricia de una madre con su hijo entre los brazos; si gustáramos aireados la frescura de un “te amo”; si sintiéramos, serenos, el perfume eterno de un alma agradecida; si por fin todo eso hiciéramos, podríamos reconocerlo.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Simples palabras

Tengo tanto para decirte… sin embargo no me salen las palabras. Pero tú las conoces, y eso me basta.
¡Qué difícil es ser constante!
Quizás este sea un momento de silencio, y aún no lo percibo. Quizás deba callar para oírte. O quizás no tengas nada para decirme (nada que no me hayas dicho).
Puede ser que hoy sea un día tranquilo, y aunque mi marcha se detenga aún exista el camino.
Pero me sincero y te confieso que no lo tolero, las pausas en mi vida tienden a cero.
Aunque si es tu ser el que tanto lo desea, me pongo en tus manos… y que sea lo que Tú quieras.

XXII/I/MMVII

jueves, 9 de octubre de 2008

Cuando todo eso ocurre

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Cuando todo amenaza con oscurecerse, y cuando al fin lo hace, cuando nada parece lo mismo, cuando la esperanza ya no abunda y la confianza es el punto más débil, cuando el día parece noche constante, cuando camino sin creer que Él está a mi lado y no creo siquiera en ese poco de fe que nunca me será quitada, cuando ya no tengo ánimo y no contagio vida; cuando todo eso ocurre, cuando todo se conjuga como el yugo más pesado, ocurre también que descubro su tierna mirada de Padre, sus brazos extendidos con abrazos tan cálidos, sus delicadas caricias y su brillo radiante, su presencia en mis hermanos que hacen que todo eso cambie, hermanos y amigos que infunden hermosas luces, que devuelven la esencia, que animan la espera y otorgan nuevas seguridades, que iluminan los días para ya no perderlos, que acompañan la marcha cual Compañero Divino y renuevan la certeza de Su amada existencia, que animan sin pausa cada momento y hacen que mis días sean un canto a la vida. Doy gracias al Padre por tan hermoso regalo. A Él todo le debo, con Él todo lo puedo, y en Él se cumplen mis sueños.