
Cuando flaquean mis fuerzas y derramo mis emociones, abrazo la vida, nada más reconfortante. Abrazo la vida en los momentos de desasosiego, cuando temo tropezar con mis miserias y temores. Me aferro a ella cuando duelen los sueños, cuando siento en mi alma la tristeza de la muerte. La abrazo también, aún con más fuerza, cuando observo magnífica la creación de Dios Padre, cuando cruzo miradas desbordantes de niñez, cuando siento la ternura de un “te quiero” sin medidas y disfruto a cada instante la frescura de ella misma. Ella, que es vida, y Vida altiva será un día, deja abrazarse fuertemente, ¡cuánta paz!, ¡cuánta alegría!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Espero tus comentarios!!!
Un abrazo.
Matías Néstor