
Indefensa por el mundo camina la tierna ovejita del rebaño. Anda los caminos, perdida, sin saber cuál será su destino. Acaricia las afueras de sus tierras que anhela, anhela ir a su encuentro, pero perdida está, la tierna ovejita del rebaño. Ya no sabe a dónde ir, nada es igual que la vida en sus pagos, nadie la acaricia como el pastor que custodia de sus hermanos.
Un día, caminando, ya cansada, ya sin fuerzas y destrozada, la ovejita sonrió. Sonrió, y con su sonrisa volvió la paz. Era él, su bondadoso pastor, quien fue a su encuentro, ¡y la encontró! Perdida estaba, la pobre tierna ovejita. Hoy sonríe, hoy resuena el canto de su amado en lo íntimo de su rebaño. ¡Hoy, dulce hoy!
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Un abrazo.
Matías Néstor